domingo, 25 de junio de 2017



Argumento de la literatura Rusa, política y literatura revolucionaria

Los primeros años tras la llegada de los bolcheviques al poder en 1917 fueron turbulentos en todos los aspectos y el panorama cultural cambió de manera muy activa en Rusia. Salieron a primera plana nuevas fuerzas sociales, liberadas tras el derrocamiento de la autocracia y surgieron múltiples grupos literarios opositores. Estos años fueron, en el sentido literal de la palabra, el único periodo verdaderamente revolucionario en el desarrollo del arte de la Unión Soviética. La lucha principalmente se desplegó entre los que pertenecían a la tradición literaria clásica del realismo del siglo XIX y los que promulgaban una nueva cultura proletaria.


Literatura revolucionaria


Se dio una calurosa bienvenida al espíritu innovador en la poesía, una tradicional anunciadora de la revolución. La poesía futurista de Vladímir Mayakovski (1893-1930) y de sus seguidores, cuya inspiración provenía del “encargo social”, representaba una ruptura total con la tradición. Algunos escritores adaptaban a los nuevos temas los medios antiguos de expresión; así, por ejemplo, Serguéi Yesenin (1895-1925) elogiaba con el estilo lírico tradicional la nueva vida que se esperaba en los pueblos con la llegada del poder soviético.

Algunas obras de la literatura posrevolucionaria se crearon en el espíritu del realismo del siglo XIX. El tema principal de este periodo fue la sangrienta y fratricida guerra civil de 1918 a 1920, que causó un fenómeno extendido en todo el país en el que los miembros de una misma familia se colocaban en los lados opuestos de las barricadas.

En la prosa temprana de los “compañeros de viaje de la revolución”, según una expresión de Lev Trotski,el tema predominante era la lucha trágica entre la atracción por lo nuevo y el apego a lo antiguo, la consecuencia continua de la guerra civil. El vínculo con los escritores del pasado de manera especial se siente en la trilogía monumental de Alexéi Tolstói, Peregrinación por los caminos del dolor (1922–1941), que ilustra la Rusia prerrevolucionaria, revolucionaria y posrevolucionaria.

En condiciones de ausencia de censura política durante los primeros años del poder soviético, los escritores satíricos tenían gran libertad. Se burlaban del nuevo régimen en todos los tonos, como por ejemplo, Yuri Olesha en su refinada novela satírica La envidia (1927), o Valentín Katáyev en la novela Desfalcadores (1926), un excelente retrato de la estafa de dos burócratas soviéticos. También cabe destacar a otro gran satírico de la época soviética, Mijaíl Zóschenko, autor de numerosos relatos mordaces y tristes.


Primeras injerencias políticas en la literatura



Con el comienzo del primer plan quinquenal (1928–1932) el Partido Comunista inició la reglamentación oficial de la literatura. La Asociación Rusa de Escritores Proletarios (RAPP) contribuyó intensamente a este proceso, lo que llevó a la aparición de una cantidad ingente de literatura, prosa y dramaturgia de estilo industrial, que casi nunca se elevaba por encima del nivel de la propaganda y monótonos reportajes. Hazañas laborales o construcciones gigantescas se convertían en el tema principal de las obras literarias. De la gran cantidad de novelas sobre la colectivización se encuentra muy lejos la obra Campos roturados (1932) de Mijaíl Shólojov, probablemente porque su protagonista, Davýdov, presenta una imagen muy profunda, dotada de gran encanto personal, que no tiene nada que ver con las imágenes esquemáticas de la prosa industrial.


En 1932, el Comité Central del Partido Comunista ordenó la disolución de todas las asociaciones literarias y la institución de la Unión de Escritores Soviéticos, única para todo el país, que dos años más tarde sería establecida en el Primer Congreso Nacional de Escritores Soviéticos.


Cada vez más difícil se hacía la situación de los escritores que criticaban el régimen o de alguna manera se oponían a él. Sin embargo, al considerar las necesidades de la campaña de propaganda internacional que el régimen estaba llevando a cabo en los años treinta, se mostró cierta tolerancia respecto a los escritores más famosos. Pero como modelo se consideraba precisamente la literatura reglada desde el punto de vista político. Así, por ejemplo, la obra que correspondía de manera más precisa a las indicaciones oficiales, fue la novela autobiográfica de Nikolái Ostrovski, Así se templó el acero (1934), que tuvo un éxito aplastante. Su protagonista, Pável Korchaguin, se convirtió en ejemplo de “protagonista positivo”, o “nuevo hombre soviético”, pero su carácter carece de credibilidad, porque el mundo donde vive y lucha, tiene un tinte artificial en blanco y negro.


Durante este período Mijaíl Shólojov (galardonado con el premio Nobel en 1965) concluye su novela más famosa El Don apacible (1928–1940), considerada una obra clásica de la literatura soviética. La novela representa un amplio panorama épico de los acontecimientos de la guerra civil, la Revolución y las discordias fratricidas, que culminan con la conquista de los cosacos por el Ejército Rojo.


El realismo socialista y la amenaza de la represión


Los realistas socialistas produjeron una gran cantidad de obras teatrales privadas de dramatismo, que contaban las realidades soviéticas contemporáneas. Entre los ejemplos más destacados está la obra Los aristócratas (1934), de Nikolái Pogodin, que trata de la construcción del canal del mar Blanco al mar Báltico por mano de obra presidiaria, y otras dos obras del mismo autor sobre Lenin, El hombre del fusil (1938), y Las campanas del Kremlin (1941).


En la poesía se observaba el mismo proceso de separación entre los autores “del régimen” y los que escribían “para sí mismos” (o sea, a los que ya no se publicaba). Durante la represión de la segunda mitad de la década de 1930 muchos escritores fueron detenidos, algunos luego fusilados y otros enviados a pasar largos años en campos de trabajo. Después de la muerte de Stalin algunas víctimas de la represión fueron rehabilitadas a título póstumo, como en el caso de Ósip Mandelshtam, y a otras, excomulgadas de la literatura como, por ejemplo, Anna Ajmátova, les permitieron volver a publicar.


Muchos escritores de la época de Stalin, tratando de evitar el peligro de la temática contemporánea, comenzaron a componer novelas y obras teatrales históricas. El recurso de la historia de repente se popularizó en el trasfondo de una oleada de sentimiento patriótico, al que el Partido Comunista exhortaba ante la creciente amenaza de guerra. Los momentos clave del glorioso pasado militar de Rusia a menudo atraían la atención de los escritores. La mejor novela histórica de aquel tiempo fue Pedro I (1929–1945) de Alexéi Tolstói.


Inmediatamente después de la invasión alemana en 1941, la literatura se movilizó para el apoyo del país en guerra, y hasta 1945 casi cada palabra publicada de una u otra manera contribuía a la defensa de la patria.


La producción creativa de aquellos años en su mayor parte no fue de mucho valor. Sin embargo, algunas obras de escritores talentosos poseían gran mérito artístico. Borís Pasternak, Konstantín Símonov y Olga Bergolts crearon bellos ejemplos de lírica. Publicaron varios poemas impresionantes de carácter narrativo sobre la guerra, entre ellos El meridiano de Púlkovo (1943), de Vera Ínber, y Vasili Tiorkin (1941–1945), de Alexandr Tvardovski, que muestran la imagen del soldado ruso que se convierte en personaje legendario. Las obras más notables de la prosa de ficción de los tiempos de la guerra son Los días y las noches (1944), de Konstantín Símonov; Hijo del regimiento (1945), de Valentín Katáyev; y La guardia joven (1945), de Alexandr Fadéyev. Entre las piezas de mayor éxito de los tiempos de guerra se encuentran Frente (1942), de Alexandr Korneichuk, en la que denuncia la incompetencia de los generales soviéticos de la antigua escuela; Personas rusas (1943), de Símonov, una ilustración del sacrificio de soldados soviéticos y ciudadanos sencillos antes de morir; y las piezas de Leónov sobre la lucha encarnizada del pueblo ruso durante la ocupación alemana.


Los escritores soviéticos esperaban que el Partido extendiera los límites de la relativa libertad creativa que les fue concedida durante la guerra. No obstante, la resolución del Comité Central del 14 de agosto de 1946 sobre cuestiones literarias acabó con estos anhelos. “El arte debe inspirarse políticamente, y el ‘partidismo’ y el realismo socialista deben ser la guía para el escritor”, afirmó el político soviético Andréi Zhdánov.


Voces de protesta y antiguas obras que ven la luz


Después de la muerte de Stalin en 1953, un creciente descontento por la estricta reglamentación se manifestó en la novela de Iliá Erenburg (1954) El deshielo, sobre la difícil situación de los artistas obligados a crear bajo la supervisión de las autoridades.


Y aunque las autoridades sometieron a una seria reprimenda a los escritores rebeldes en el Segundo Congreso de Escritores (1954), el discurso del Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista, Nikita Jruschov, originó una ola de protestas contra la injerencia en el proceso creativo. En muchas obras de poesía, prosa y drama, los escritores jóvenes no solamente denunciaban los abusos del poder del período de Stalin, sino también las repugnantes manifestaciones de la realidad contemporánea. La novela de Vladímir Dudíntsev, No solo de pan (1956), que gozó de gran éxito público con su crítica a la burocracia del Partido, fue el indicio de la nueva postura en la literatura. En 1957, cuando el espíritu rebelde empezó a molestar a los poderes, Jruschov recordó a los escritores que debían seguir la ideología comunista. La prensa del Partido condenó severamente la novela de Pasternak Doctor Zhivago, publicada en el mismo año en el extranjero (Pasternak incluso se vio obligado a rechazar el premio Nobel en 1958). El sonado escándalo que causó este libro ayudó a dominar la agitación literaria y ya en el Tercer Congreso de Escritores reinaba un ambiente de resignación.


A principios de 1960 la necesidad de una mayor libertad de expresión artística en la literatura y el arte se expresó con una nueva fuerza, especialmente por medio de los “jóvenes airados”, entre los que los poetas Yevgueni Yevtuschenko y Andréi Voznesenski fueron los más populares. La poesía de Voznesenski se distingue por los experimentos con el lenguaje, las imágenes audaces y la diversidad de temas, que ilustran de modo brillante sus mejores libros La pera triangular (1960) y Antimundos (1964).


Los años 60 del siglo XX fueron notables no solo por las nuevas obras, sino también por las antiguas, publicadas por primera vez. Así, los lectores tuvieron la posibilidad de conocer, por ejemplo, la labor creativa de Marina Tsvetáyeva (1891-1941). De nuevo en la prensa apareció el nombre de Borís Pasternak, aunque solamente publicaron sus versos; Doctor Zhivago se publicó en la Unión Soviética treinta años más tarde que en Occidente. El descubrimiento literario más importante de la década fue la obra creativa de Mijaíl Bulgákov (1891-1940), anteriormente conocido por su escenificación de Almas muertas, una novela de Gógol, y por la novela La guardia blanca (1924), en la que, a diferencia de la mayoría de las obras de la literatura soviética, los adversarios del poder soviético durante la Guerra Civil no se presentan como canallas despreciables, sino como personas desorientadas que defienden una causa perdida. Las novelas y narraciones de Bulgákov, publicadas a título póstumo, le valieron la reputación de fino satírico y, en general de ser uno de los mejores escritores rusos. Entre sus obras dadas a conocer en esos años destacan Novela teatral, publicada en 1965, una caricatura humillante del famoso director de teatro Konstantín Stanislavski; la novela El maestro y Margarita (1966-1967), que incluye una gran variedad de temas relacionados con el arte y el sentido de culpa; y Corazón de perro, publicada en el extranjero en 1969, una historia pintoresca sobre un experimento científico que convirtió un animal corriente en un ser humano despreciable que reunía las peores cualidades humanas y caninas, lo que los poderes consideraron una parodia peligrosa de la experiencia soviética de la formación de un hombre nuevo.


En los años sesenta paulatinamente renació el teatro soviético tanto a consecuencia de la aparición del nuevo repertorio (por ejemplo, obras de Víktor Rózov y Alexéi Arbúzov), como por la reanudación de la experimentación teatral de los años 1920. Los nuevos talentos, como Bela Ajmadúlina y Novela Matvéyeva, enriquecieron la poesía. Algunos novelistas jóvenes, como Yuri Kazakov y Yuri Naguibin, buscaban usar la experiencia de maestros rusos de género de la época prerrevolucionaría como Chéjov; otros, como Vasili Axiónov, tomaban como modelo las obras de los escritores contemporáneos occidentales como J. D. Salinger.


Edad de plata y exponentes

La Edad de Plata comenzó en la última década del siglo XIX y concluyó en los años veinte. El marbete "Edad de Plata" marca en realidad un nuevo rumbo en la literatura rusa.

Tras el Positivismo y el Realismo rayando en el Naturalismo de los escritores revolucionarios de los ochenta, los poetas y escritores de esta denominación vivieron en la era de Art nouveau o Modernismo y Simbolismo. Pero en Rusia esas líneas culturales europeas se transformaron y amoldaron en formas e ideas absolutamente nuevas. Los poetas y escritores de la Edad de Plata rechazaban el compromiso social del artista y proclamaban que tenía una función mesiánica o de Mesías, era una figura titánica que debía encontrar las raíces profundas de la religión y de la estética: había sido señalado para prever el Mundo Nuevo y el Hombre Nuevo, era un demiurgo libre. Durante la Edad de Plata la cultura rusa llegó al apogeo del refinamiento. Este tiempo destacó como un Renacimiento espiritual sin precedentes en Rusia.

Las corrientes literarias más conocidas de este período son el Simbolismo (representado por el Simbolismo místico tradicional y el Simbolismo joven - es decir, obras de:

Innokienti Ánnienski, Vladímir Soloviov (1853–1900),
Vasili Rózanov (1856–1919),
Dmitri Serguéievich Merezhkovski (1866–1941)
Sinaida Hippius, Konstantín Balmont (1867–1942),
Valeri Briúsov (1873–1924),
Fiódor Sologub (1863–1927),
Andréi Beli (1880–1934)
Aleksandr Blok (1880–1921),
Viacheslav Ivánov y poetas análogos por su espíritu a simbolistas.

También se encuentran poetas de la corriente llamada “nuevos campesinos” , tales como:
Nikolái Kliúyev, Sergéi Klychkov (1889-1937), Piotr Oreshin (1887-1938),
Aleksándr Shiriayevets] (1887-1924).
Ellos combinaban riqueza de imágenes populares y religiosas características de la cosmovisión del campesino ruso con una búsqueda temeraria de innovación y cambios revolucionarios. Hay numerosos poetas que no pueden ser atribuidos a alguna corriente literaria distinta, por ejemplo Vladislav Jodasevich, o Marina Tsvetáyeva.

Los simbolistas rusos empleaban los ideas de Arthur Schopenhauer, Friedrich Wilhelm Nietzsche y Oswald Spengler, manifestaban interés por el misticismo y el ocultismo, por las disputas religiosas y por las sectas populares de Rusia. Las ideas de poetas, escritores y filósofos del tiempo variaban de la aceptación del Übermensch de Nietzsche a la profesión del anima mundi, del individualsmo extremo al espíritu colectivo. Lo que todos ellos compartieron una búsqueda intensiva de formas artísticas nuevas y de una lengua poética renovada. Los simbolistas ponían énfasis en el aspecto verbal de los símbolos arquetípicos, buscando a la armonía nueva. Los futuristas abogaban por una innovación radical de la lengua, probando el simbolismo de los sonidos y recurriendo a experimentos audaces con la lengua.

Los Acmeísmo, propugnaban la claridad de las imágenes poéticas, anunciando que un equilibrio entre el sentido y el sonido debía ser alcanzado. Diferentes grupos artísticos surgían con numerosos manifiestos literarios. El manifiesto más conocido y escandaloso del tiempo era Bofetada al gusto del público por los futuristas (1912).

En la prosa, los escritores rusos del periodo (Andréi Beli, Leonid Andréyev, Fiódor Sologub, Alekséi Remizov) usaban la técnica del flujo de conciencia, ilógica sucesión de episodios de gramática desarticulada e imaginería entrelazada en bruto, imitando nuevos modos de la organización de los textos semejante a las reglas del montaje cinematográfico.


Los escritores realistas Antón Chéjov, Iván Bunin, Aleksandr Kuprin, Iván Shmeliov, Borís Zaitsev, Alekséi Nikoláyevich Tolstói, Mijaíl Osorgin, Máximo Gorki también buscaban modos nuevos de expresión y formas literarias nuevas. Según Vikenti Veresáyev, un teórico literario del tiempo, su objetivo era no la representación de la vida cotidiana y costumbres, sino la comprensión de la esencia de la vida a través de representación de la vida cotidiana, encontrar una filosofía nueva de vida. Como resultado, la prosa llegó a se más lírica, y los escritores empleaban la síntesis de prosa, música y filosofía (simbolistas), prosa y acción social (futuristas).


Tradicionalmente los filósofos del Siglo de Plata son Nikolái Berdiáyev, Sergéi Bulgákov, Borís Vysheslavtsev, Semión Frank, Nikolai Lossky, Fiódor Stepun, Piotr Struve, Vladímir Ilin, Lev Karsavin, Pável Florenski, Lev Shestov, Sergéi Trubetskói y Yevgeni Trubetskói, Vladímir Ern, Alekséi Lósev, Gustavo Shpet, Dmitri Serguéievich Merezhkovski y Vasili Rózanov. Las obras de Helena Blavatsky eran leídas y conocidas en la Rusia del período.

El Siglo de Plata se terminó con la llegada de la era nueva – con la formación del primer estado soviético que proclamó ideales nuevos.

La época soviética

Tras octubre de 1917 con el triunfo de la Revolución de Octubre parte de los escritores de la Edad de Plata abandonó el país, la mayoría para siempre. Estos escritores dieron comienzo a la literatura rusa del exilio; optaron por quedarse en Rusia para compartir el destino del país y sus compatriotas, llegaron al apogeo de su libertad Creación. 

Al mismo tiempo, el primer período de la nueva época soviética se caracterizó por la gran proliferación de diversas corrientes estéticas, voces poéticas y experimentos literarios. En este tiempo coexistieron numerosos grupos literarios que discutieron, rivalizaron y cambiaron sus miembros, generalmente, en un corto tiempo. Dentro también de las Vanguardias históricas, surgió el Imaginismo ruso, fundado por Vadim Shershenevich (1893-1942), que reivindicaba la primacía de la imagen o metáfora sobre el símbolo y el retorno a la poesía tradicional; fue cultivado por Borís Pasternak (cuya poesía destaca por encima de su prosa), Sergéi Yesenin, Rurik Ivnev (1891-1981) y Anatoli Mariengof).

Los imaginistas probaban nuevas metáforas inesperadas, creyendo que la sorpresa de las imágenes era el objetivo final del arte metafórico. Los talentos de Yesenin y Borís Pasternak llegaron a su cumbre. La corriente poética prerrevolucionaria del acmeísmo continuó todavía. Durante esta época Anna Ajmátova escribió sus poemas, aunque sus publicaciones fueron escasas y más tarde cesaron.


Siguió el Futurismo y el Kubofuturismo (“Guiléia”) (Vladimir Mayakovski, Velimir Jlébnikov, Borís Pasternak, Víktor Shklovski, Alekséi Kruchiónij (1886-1968)) florecieron hasta cierto tiempo. Aparecieron nuevos grupos como OBERIU (Nikolái Zabolotski, Daniíl Jarms) y los dadaístas “nichevoki”. Por primera vez en la historia de humanidad los escritores pudieron tomar parte en la creación de un mundo completamente nuevo, y ellos aprovecharon la oportunidad. Por ejemplo, Velimir Jlébnikov creó la poesía zaum o poesía transmental (magia, encantamiento a la manera de los hechiceros asiáticos). Se destaca la figura titánica del poeta y dramaturgo Vladímir Mayakovski, quien puso su talento al servicio de la Revolución.

Marina Tsvetáyeva en mucho continuó la tradición de Ajmátova y sus poemas fueron la última manifestación de la Edad de Plata. La poesía de genios como Mayakovski, Yesenin, Ajmátova, Pasternak, Tsvetáyeva rebasa los límites de grupos o corrientes literarias. El Constructivismo (1923-1930): (Iliá Selvinski (1899-1968); Vladímir Lugovskói

(1901-1957)) cantaron la transición del Estado capitalista al socialista y el triunfo del proletariado y fue la primera estética lírica propia de la proletkult o "cultura proletaria"; esta pretendía crear un arte esencialmente proletario y que exaltara el trabajo colectivo; los poetas cantan a la Revolución, a las máquinas y a los obreros. Los miembros de “Pereval”, al contrario, proclamaron que la función principal de arte era el conocimiento del mundo, el mérito principal de una obra literaria no es el contenido clasista, sino la calidad artística; proclamaban la continuidad del arte desde los tiempos antiguos hasta la época presente.

Desde 1925 se enfrentan dos grupos literarios: los poputchiki o escritores que asistieron y acompañaron la revolución, y los agrupados en la Asociación panrusa conocida por la abreviatura de RAPP, sostenida por el Estado. Estos últimos luchan contra el grupo de los "hermanos Serapión", contra los constructivistas y contra las diversas escuelas de vanguardia, reclamando una literatura menos formalista y más vulgar yasequible a las masas en fondo y forma. Algo así como las escuelas del sándalo y la berza en la literatura del Socialrealismo del año 1955 en España. En 1932, los escritores se incorporan a la Unión de Escritores Soviéticos.

Las corrientes literarias principales del período fueron el Nuevo realismo (la diferencia de Nuevo realismo y el Realismo clásico del siglo XIX consiste en que esos realistas despreciaron la vida privada sosegada, un hombre es parte integrante de la vida social, hombre cambiando el mundo activamente. Los principales representantes de la corriente son Máximo Gorki, Mijaíl Shólojov, Alekséi Nikoláyevich Tolstói, [[Konstantín Fedin]]), normativismo (utopía social, lo social es superior a lo personal, un hombre ideal en circunstancias ideales, la realidad debe ser desdeñada y destruida para el porvenir hermoso. El representante principal de la corriente es Aleksandr Fadéyev), modernismo o postrealismo (buscando al sentido de la vida humana en el horror existencial del mundo, esa oposición del hombre y caos siendo trágica, pero revelando la esencia del hombre y su precio) (Yevgeni Zamiatin, Yuri Olesha, Borís Pilniak, Andréi Platónov). Ellos continuaron las tradiciones del modernismo de la Edad de Plata y afirmaron el derecho del hombre a la vida privada).

En 1932 el término nuevo "realismo socialista" apareció, fusionando los ideas del realismo nuevo y normativismo. No obstante, entre escritores prosistas más destacados de este tiempo (los 20-30) pueden nombrar los siguientes escritores destacados quienes son de interés para la humanidad

El escritor y publicista Iliá Erenburg, prosistas Máximo Gorki, Borís Pilniak, Mark Agéyev, Mijaíl Bulgákov, Olga Forsh, Alekséi Nikoláyevich Tolstói, Konstantín Fedin, Andréi Platónov, Borís Lavreniov, Yuri Olesha, Valentín Katáiev, Veniamín Kaverin, Pável Bazhov, Borís Shergín, Gleb Alekséyev, satiristas y humoristas Mijaíl Zoshchenko, Ilf y Petrov, escritores que en esencia describieron los actos del Ejército Rojo en la]] Guerra Civil Rusa Isaak Bábel, Dmitri Furmanov, Aleksandr Fadéyev, Nikolái Ostrovski, Aleksandr Serafímovich, escritores de la ciencia-ficción y ficción social Aleksandr Beliáyev,Yevgeni Zamiatin, Vladímir Obruchev, Aleksandr Chayánov, el trágico y romántico Aleksandr Grin.

Aparecieron escritores quienes describieron la vida rústica y la naturaleza de Rusia, por ejemplo Mijaíl Prishvin, Yevgeni Charushin. Algunos escritores se pusieron a la literatura infantil y juvenil – y ahora las obras de Kornéi Chukovski, Arkadi Gaidar, Lev Kassil, Andréi Nekrasov, Los tres gordinflones de Yuri Olesha y Blanquece la vela solitaria de Valentín Katáiev, poemas de Samuil Marshak, Sergéi Mijalkov son entre los libros infantiles más predilectos. La novela histórica fue desarrollada por Vasili Yan.

Alekséi Nóvikov-Priboi, Sergéi Sergéyev-Tsenski, Anatoli Stepanov, Yuri Tynianov, Viacheslav Shishkov, María Marich. Esos escritores exploraban las relaciones entre la historia y la persona, analizando el papel de persona en la historia. Los más conocidos dramaturgos del período son Nikolái Pogodin, Vsévolod Vishnevski.


1941-1953


En 1941 comenzó la Gran Guerra Patria. Aparecieron nuevos talentos, como por ejemplo Alekséi Surkóv, Konstantín Símonov, Emmanuil Kazakevich, Iósif Utkin, Boris Polevoy y Vera Panova, que escribieron sobre la tragedía de la guerra y sobre las hazañas y esfuerzos de los soldados soviéticos en su lucha a muerte contra el fascismo; Vera Inber y Olga Bergolts, que sobrevivieron al Sitio de Leningrado y describieron los 900 días heroicos y trágicos; Pável Antokolski, Aleksandr Tvardovski, Mijaíl Isakovski, Andréi Platónov, Borís Pasternak, Mijaíl Shólojov, Anna Ajmátova e Iliá Erenburg emprendieron la defensa de Rusia, contra la inhumanidad de fascismo.

Muchos escritores perecieron en los frentes de la guerra o murieron de hambre y frío. Durante la época, la mayor parte de los escritores emigrados abrazaron temporalmente la causa de Rusia dadas las difíciles circunstancias que atravesaba el país. En este período volvió a la literatura rusa el hombre corriente como personaje literario: héroes modestos y de carácter contradictorio.

Las mejores obras del período son “Vasili Tiorkin”, de Aleksandr Tvardovski; El Don apacible de Mijaíl Shólojov; El hijo del regimiento, de Valentín Katáyev; La Guardia Joven, de Aleksandr Fadéyev; Invasión y El coche de oro, de Leonid Leonov; La estrella de Emmanuil Kazakevich; el poma Meridiano de Pulkovo, de Vera Inber; El relato de un verdadero hombre, de Borís Polevói; el drama “La gente rusa” y los libros de poemas “Contigo y sin ti” y Guerra, de Konstantín Símonov; el poema Hijo, de Pável Antokolski, voy, de Margarita Aliger; la pieza de teatro Dragón de Yevgeni Shvarts; y la novela histórica Rusia joven, de Yuri Guerman.


1953-1968


El período comienza con el fallecimiento de Iósif Stalin y se termina con el fin de la Primavera de Praga. Este período se caracteriza por la renuncia gradual del "realismo socialista" como un método de literatura, el proceso literario diverso y saturado, y el retorno a los valores humanos perpetuos.

La novela Doctor Zhivago de Borís Pasternak se publicó durante este período y los poetas prohibidos de La Edad de Plata Rusa y de los años veinte, incluyendo Yesenin, Zamiatin y Nabokov, recobraron gradualmente a sus lectores.


Nuevas corrientes y grupos

La poesía de los estadios, con representantes como: Yevgeni Yevtushenko, Andréi Voznesenski, Robert Rozhdestvenski y Bella Ajmadulina, buscan la vida y la poesía que llaman de conciencia, delicadeza, firmeza del alma, energía, y la verdad de la vida. Su poesía fue social, dirigida principalmente a los jóvenes de los años sesenta, que anhelaban cambios profundos.

Los «poetas con guitarra» (como Bulat Okudzhava), que cantaban la «romanza ciudades», proclamaban humanitarismo, delicadeza, atención a la vida cotidiana con su comedias y tragedias privadas, y los "bardos con mochilas" (Yuri Kukin, Yevgeni Kliachkin, Aleksandr Gorodnitski, Yuri Vizbor entre otros) instaron a la vida independiente, a llevar a la práctica valores románticos como la fuga de las ciudades confortables a la vida en el seno de la naturaleza, donde un hombre es más libre que en la ciudad y prueba su fuerza y capacidad de permanecer vivo y determina sus recursos interiores.

Esas corrientes también abogaban por valores románticos como la amistad, el socorro mutuo, la responsibilidad personal e individual de cada hombre viviendo para el mal del mundo, abogaban por el carácter ardiente, maximalismo moral, renunciando a todo compromiso moral, tanto en la vida social como en la privada.

Los poetas bajos representados, en primer lugar, por Nikolái Rubtsov con su interés por la vida en la aldea, las raíces morales e históricas de la nación, la tradición, la naturaleza y la filosofía popular.

La neovanguardia o neofuturismo (Vladimir Kazakov, Victor Sosnora, Gennadi Aigi entre otros) y el Lianozovo grupo (neo-OBERIU) (Oleg Grigoriev, Ígor Jolin, Vsévolod Nekrasov) quienes trazaron los caminos hacia el conceptualismo.

Literatura de la época postsoviética

En la segunda mitad de los ochenta, autores emigrados regresaron a Rusia. Se puede decir que las dos corrientes de la literatura rusa confluyeron, transformándose en una nueva corriente, la literatura se dedicó principalmente a revelar y estudiar los males y patologías de la sociedad rusa, rayando en el naturalismo fisiológico, con un pesimismo extremo, y dividiendo todas las manifestaciones de la vida en sus partes integrantes.

Apareció una corriente neo-naturalista en prosa representada, por ejemplo, por Anatoli Azolski y Sergéi Kaledin, la literatura se hizo más diversa en esta etapa.


En poesía, las corrientes más importantes son:

Conceptualismo (Dmitri Prigov, Lev Rubinstein, Timur Kibirov). El principio fundamental
de conceptualismo son los ‘juegos’ con objetos y clichés verbales del socialismo y la al absurdo.
Neobarroco, cuyos representantes mejores son Yelena Shvarts, Iván Zhdánov y Alekséi Párshchikov. Mitkí, un nuevo grupo literario, formado por Vladímir Shinkariov, Mijaíl Sapego, Olga y
Aleksandr Florenski, Dmitri Shagin, Borís Grebenshchikov, quienes cultivan un sentimentalismo ingenuo, de simplicidad y tontería deliberadas. La mayor parte de los poetas del rock y cantautores principales de los noventa estuvieron más o menos vinculados con el grupo. Los 'Mitkí' escribieron prosa y poesía, pintaron y cultivaron un estilo de vida especial.

Poetas y cantautores de rock ruso: los más conocidos son Aleksandr Bashlachov, Borís Grebenshchikov, Yuri Shevchuk, Víktor Tsoi, Yanka Diágileva.

En los últimos tiempos la comunidad de Internet se desarrolló rápidamente en Rusia, y apareció un fenómeno nuevo, la literatura interactiva (‘Seteratura’).

La prosa post-modernista predomina durante el periodo. La corriente está representadaprincipalmente por las novelas de Tatiana Tolstaya, Valeria Narbikova, Víktor Pelevin, Viacheslav Pietsuj, Víktor Yeroféyev, Dmitri Lípskerov, Pável Krusanov, Vladímir Orlov, Nikolai Dezhnev, Anatóli Korolióv, Anatoli Kim, Vladímir Voinóvich, Vasili Aksiónov y Dmitri Bykov. El puesto de Borís Akunin entre post-modernistas puede ser disputado, pero al mismo tiempo los críticos literarios están de acuerdo con que su prosa es de alta calidad y solamente se enmascara como obra policíaca. Los post-modernistas rusos en su poética reflejan la crisis de ‘fin de siècle’ en literatura. La crisis se manifestó en la pérdida de confianza en muchas cosas: cultura, lengua, utopía; al mismo tiempo los post-modernistas sienten cierta nostalgia por la fe perdida.

La manera realista sufrió cambios radicales, como puede comprobarse en las últimas novelas de Víktor Astáfiev, Anatoli Rybakov (Deti Arbata – Los hijos de Arbat) y Georgi Vladímov.

El post-realismo está representado por las obras de Liudmila Ulitskaya, Dina Rúbina, Olga Slavnikova, Sergéi Dovlátov, Vladimir Makanin, Ludmila Petrushevskaia, Fridrich Gorenshtein, Aleksei Slapovski, Galina Scherbakova, Efraim Sevela, Aleksandr Kabakóv.

Los más dudosos y escandalosos escritores serios del tiempo son Yuz Aleshkovski, Yuri Mamleiev, Vladimir Sorokin, cuyas obras abundan en líquidos del cuerpo de todo género, atrocidades y un lenguaje obsceno.

La novela histórica está desarrollada principalmente por Dmitri Balashov y Borís Vasíliev, quienes dirigen su mirada a las épocas primeras de la historia rusa, examinando vuelos y caídas del país.

La ciencia ficción filosófica y social florece también, representada por las obras de Arkadi y Borís Strugatski, Aleksandr Gromov, Oleg Divov, Henry Lion Oldie, Yelena Jaietskaia, Viacheslav Rybakov, Vladimir Mijailov, Yevgeni Lukin, Sviatoslav Loginov, Eduard Gevorkian, Borís Shtern, Sergei Siniakin, Jolm van Zaichik, Vladimir Jlumov, Dmitri Bykov, ndrei Stoliaróv, Aleksandr Yetoev, Leonid Kaganov. Es literatura de alta calidad, que no debe ser discriminada por culpa de género, por que es a menudo difícil decir donde juegos post-modernistas o post-realistas se terminan y donde literatura ‘de amplio consumo’ comienza. Un escritor de ciencia-ficción muy popular es Sergéi Lukiánenko. Se puede mencionar asimismo las novelas-parábolas maravillosas de escritores ucranianos como: Marina y Sergei Dyachenko, quienes escriben en ruso las más de las veces. El género de la literatura fantástica (fantasy) apareció en Rusia también, en el sub-género llamado ‘literatura fantástica eslava’ Maria Semionova es la autora principal.

En cuanto a la literatura infantil y juvenil, esa literatura es representada, ante todo, por los libros de “Consejos perniciosos” muy populares de Grigori Oster.

La dramaturgía del tiempo es representado por el teatro post-modernista de Venedikt Yerofeiev, Nina Sadur, neonaturalismo de Nikolai Koliada evolucionando en la dirección de neosentimentalismo, piezas de teatro post-realistas de Ludmila Petrushevskaia.


Fuentes:

  • http://rusopedia.rt.com/cultura/literatura/issue_179.html
  • https://www.ecured.cu/Literatura_rusa_(Siglo_XIX-XX)
  • Biblioteca.idict.villaclara.cu
  • Rusopedia.rt.com